La aristocracia de Calacia de esta fase, a través de la más importante Capua, está en contacto con el mundo griego y las colonias de Occidente de las cuales asimilan el modo y los usos que se reflejan en la composición de los ajuares y en los rituales. Entre los siglos VI e inicios del V a.C. los ajuares funerarios de la élite de Calacia se compone casi exclusivamente de vasijas de importación ática, formadas por pocas formas básicas que se usaban en los banquetes: la copa, el ánfora y/o el enócoe, el mastos, que se asocian con vasijas de Campania con figuras negras como se ilustra en los ajuares expuestos en las antiguas vitrinas de madera.

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Elemento distintivo, tomado del mundo griego, es la adopción del rito de la incineración. En el caso de las tumbas de adultos, la urna funeraria está constituida de dinos de bronce de los cuales dos ejemplares están expuestos en el centro de la sala.

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Se trata de vasos destinados a los banquetes y al consumo de vino, que podían ser utilizados como premios para competiciones y concursos. Los deinoi tardíos arcaicos constituyen una de las producciones más características de la Capua etrusca.

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Los utensilios de esta fase están expuestos en una gran sala con paredes con motivos florales amarillos y retocados en oro cequí. Esta sala refleja la actitud tomada en la primera mitad de 1800 cuando el edificio, en posesión del Carafa de Colubrano, fue transformado de un lugar de ocio a un edificio municipal. En los balcones hay cortinas con tejidos de San Leucio que perpetúan la tradición de la seda real propuesta por Fernando IV de Borbón.

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