La galería, la gran sala reformada a finales del siglo XVII e inicio del XVIII, donde el Duque acogía y daba la bienvenida a sus invitados después de la caza y entre éstos al mismo rey Carlos de Borbón, alojaba la sección dedicada a las tumbas datadas entre el fin del siglo VIII a.C. y el siglo VII a.C. perteneciente a los hombres.

IMG_9339-copia

DSC_0017

En los ajuares masculinos las connotaciones del estatus social se asignan a numerosas categorías de objetos que caracterizaban al difunto como guerrero, que tenían la misión de defender al grupo, tanto como agricultores, haciendo hincapié en la amplia profesionalidad en la actividad agrícola y en la elaboración de la madera y los metales como vemos ejemplificado en las tumbas 181, 190 y 194, estas dos últimas expuestas en la planta baja del Museo. Se trata de tres tumbas datadas de finales del siglo VIII a.C., inscritas entre las más antiguas provenientes de la necrópolis al suroeste de la ciudad antigua.

IMG_9416-copia

En Calacia la representación del guerrero aparece ya algo simplificada y sobre todo muy bien explicada en las tumbas más antiguas relevantes a personajes de rango elevado, donde prevalece el arma, sobre todo la lanza, utilizada para el combate y para la caza: se encuentra también en las tumbas de adolescentes y puede asociarse a instrumentos tales como el cuchillo y el hacha que no entran en el equipamiento armamentístico, pero forman parte de los instrumentos exhibidos para dar valor a la habilidad manual del difunto.

DSC_0030

Un arma de prestigio, atestiguada exclusivamente en las sepulturas de los adultos de finales del siglo VIII a.C., es la espada, siempre con vaina de hierro, que lleva puesta el muerto, colgada del tahalí, que todo los objetos con los mismos clavos, siempre de hierro (reconstrucción tumba 181).

La visita a la planta termina con la exposición de los pavimentos pertenecientes a las fábricas napolitanas de finales del siglo XIX.

Continúa la visita La Capilla