A través de los siglos cambian las tradiciones y costumbres funerarias; siguen siendo las mismas, con formas y modos diversos, las costumbres de la disposición de los objetos y vasos junto al difunto. En esta sala, una reproducción a escala real recrea los distintos tipos de tumbas que se suceden durante los siglos. Las tumbas más antiguas se remontan al último cuarto del siglo VIII a.C., y son fosas con cobertura de guijarros de piedra caliza.

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Del siglo VII a.C. son la fosa simple y el ajuar, que se compone de alfarería para el almacenaje y la conservación de los productos alimenticios colocados a la cabeza del difunto y los destinados al consumo y la distribución del vino, a los pies. A esto se suman los adornos personales usados por los difuntos.

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Datan entre los siglos V y IV a.C. las tumbas con la fosa cubierta con tejas sobre las que se coloca el jarrón con ofrendas y las tumbas de caja, hechas de toba.

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El rito de incineración marca hasta la primera edad imperial las tumbas de los romanos ricos. Más adelante surge el rito del entierro; los niños pequeños son depositados en el interior de ánforas de transporte.

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La gigantografía reproduce el mapa arqueológico de la ciudad y de la necrópolis, con la distinción cromática de las distintas fases cronológicas.

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Sale 4 y 5 – Le Necrópolis